jueves, marzo 09, 2006

EL EXTRAÑO RESPLANDOR DE 1 SEGUNDO

Estaba parado en una esquina y de repente la vi pasar. Caminaba tranquilamente, usando un traje sastre exactamente igual al de la mujer que caminaba a un lado de ella. Seguramente venía de su trabajo y la que caminaba a su lado era su compañera, de otra manera, no me explico porque venían vestidas con el mismo atuendo. Pasaron por mi mente las risas en la tienda de discos, las explicaciones inútiles a los clientes en nuestro trabajo, la manera en la que nos burlábamos de la gente que llegaba a nuestro módulo, todas las veces que la apoye, nuestras pláticas, nuestras comidas juntos, los consejos que le daba para que trabajara mejor y ganara más dinero, las discusiones dentro del banco, cuando nos quedamos dormidos en el camión, los gritos, las peleas, las veces que la hice llorar, la vez en la que le aventé mi carpeta en un ataque de furia, su voz extremadamente autoritaria, sus comentarios hirientes, las ocasiones que la defendía de mis compañeros y de mi gerente, las bromas, su voz, su sonrisa, la manera en la que se acomodaba el cabello, su forma de caminar, su forma de pararse, la manera de mirarme, su cariño, todo el amor ciego e incondicional que sentía por ella a pesar de todo y de todos... todo eso y más pasó por mi mente en un segundo.

Por alguna razón, ya no me pareció tan extremadamente atractiva, pero me quedé mirándola fijamente esperando que me volteara a ver. No ocurrió así. Siguió derecho, dio vuelta a la esquina y se fue al atravesar la puerta de entrada del metro subterráneo. Pensé en seguirla, pero por alguna razón, siento que lo mejor es dejarla ir y no revivir todo lo que pasó. Sinceramente, creo que si me vio, pero no hizo nada porque sintió lo mismo que yo sentí. De repente llega un compañero y me dice que me están buscando en una plaza. Salgo disparado hacia la plaza y todo el asunto se me olvida.

El amor es la verdad que se va caminando de puntitas