martes, octubre 12, 2004

EL NUEVO CAPITULO DE EMERGENCY ROOM

Ayer me operaron. Tenía yo una especie de tumor o tejido retenido en el pecho y tenía que ser extirpado. En realidad no fue nada grave, pero el doctor me recomendó descanso, por lo menos hasta el jueves. No pienso hacerle mucho caso. También me recomendó que tomara un taxi para ir a mi casa, pero regresé en camión para ahorrarme dinero. El único incidente anormal fue que la enfermera no le atinaba a mis venas, por lo que tuvo que inyectarme 3 veces en la mano derecha para después decidir que sería más fácil aplicarme el suero en la mano izquierda. Lo último que recuerdo antes de sucumbir ante la anestesia es que el doctor me estaba explicando que era preferible que yo no hablara durante la cirugía. Supongo que ya anestesiado no podía hacerlo de todas formas. Desperté en otro cuarto con sangre en mi mano izquierda y con una enorme venda en todo el pecho. La sangre se debía a que, mientras dormía, me había sacado la aguja del suero sin querer. Después de la operación fui a ver a unos compañeros del trabajo, compre las medicinas pertinentes (Flanax para la inflamación, Dolac para el dolor y el poderoso antibiótico Keflex) y me fui a mi casa con el pecho vendado y con un extraño dolor en toda la espalda. Aún continuo vivo, aunque un poco adolorido.

No puedo creerlo, pero ya quiero regresar al trabajo. Extraño la oficina.

-¡Estamos todos!
-¡Si!
-¡No falta nadie!
-¡No!
-¡Y los que falten!
-¡Que se chinguen!
-¡Y nosotros!
-¡Chingones!